Un equipo italiano en horas bajas no permite adivinar lo que tras él puede aparecer. Siempre hay que respetarlos, vigilarlos e incluso temerlos. La del miércoles no fue la primera vez que un Milan con unos argumentos muy pobres vence pese a partir en inferioridad.
El Real Madrid vestía la etiqueta de favorito, nadie lo duda, pero dejó escapar un partido que debía tener controlado. No supo atar en corto a un equipo de maduros experimentados, en el ocaso de sus carreras, pero que son auténticos especialistas en este tipo de batallas.
Pero no todo fueron años. La chispa milanista la puso el joven Pato, que supo rematar con goles las lecciones de sus maestros. Una vez más, Raúl fue la única luz de los blancos. El legendario capitán demostró saber igual o más que Pirlo, Seedorf, Inzaghi, Zambrotta y compañía. Abrió la lata y cerró el eterno debate sobre su utilidad.
No hubo partido hasta el minuto 66. Sopor y aburrimiento fue lo que obtuvieron los espectadores hasta ese momento. El Real Madrid salió sin jugadores. Apenas se dejaron ver de refilón Alonso, Benzema o Kaká, y Pellegrini (pese a que luego funcionó) retiró del terreno de juego a Esteban Granero, el más activo de todos. Su sustituto, el incomprendido Royston Drenthe, aprovechó la ocasión para reconciliarse con el Bernabeu, hostil hasta entonces con el holandés, anotando el 2-2.
Ni Milan ni Real Madrid jugaron a nada. Los 'rossoneros' venían a eso. Y cuando nadie juega... ganan los italianos.
El Real Madrid vestía la etiqueta de favorito, nadie lo duda, pero dejó escapar un partido que debía tener controlado. No supo atar en corto a un equipo de maduros experimentados, en el ocaso de sus carreras, pero que son auténticos especialistas en este tipo de batallas.
Pero no todo fueron años. La chispa milanista la puso el joven Pato, que supo rematar con goles las lecciones de sus maestros. Una vez más, Raúl fue la única luz de los blancos. El legendario capitán demostró saber igual o más que Pirlo, Seedorf, Inzaghi, Zambrotta y compañía. Abrió la lata y cerró el eterno debate sobre su utilidad.
No hubo partido hasta el minuto 66. Sopor y aburrimiento fue lo que obtuvieron los espectadores hasta ese momento. El Real Madrid salió sin jugadores. Apenas se dejaron ver de refilón Alonso, Benzema o Kaká, y Pellegrini (pese a que luego funcionó) retiró del terreno de juego a Esteban Granero, el más activo de todos. Su sustituto, el incomprendido Royston Drenthe, aprovechó la ocasión para reconciliarse con el Bernabeu, hostil hasta entonces con el holandés, anotando el 2-2.
Ni Milan ni Real Madrid jugaron a nada. Los 'rossoneros' venían a eso. Y cuando nadie juega... ganan los italianos.
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