2 de diciembre de 2009

LA CRÓNICA DE JUAN

BARCELONA (1) - R. MADRID (0)

Ibrahimovic (55')

Un Barca – Madrid es algo más que un partido de fútbol. Tiene repercusión a nivel mundial y su importancia traspasa lo meramente deportivo, teniendo trascendencia incluso a nivel político y social. Estamos ante el gran clásico del fútbol español, una rivalidad histórica, que siempre nos depara un tremendo espectáculo. En esta ocasión se producía el choque entre dos maneras de entender el fútbol, dos proyectos antagónicos. Uno, el de Laporta, que está ante su último año como presidente. Un proyecto basado en una filosofía de juego, en la cantera y en fichar jugadores para que se consagren en el club. Otro, el del Madrid de Florentino, que acaba de empezar, que se está construyendo a base de talonario, fichando a estrellas ya consagradas.

El Madrid llegaba como líder del campeonato y de su grupo en Champions, pero sin convencer con su juego. Aun así, el papel de favorito recaía claramente del lado azulgrana. Los catalanes venían de pegarle un repaso al Inter, y aunque su juego no estaba al nivel del año pasado, seguía siendo una delicia.

Pellegrini salió con todo de inicio, a excepción de Benzema. El míster supo premiar el buen momento de Higuaín y dejó al argentino de titular. Por su parte, Pep fue algo más precavido, y no puso desde el principio a Toure e Ibrahimovic, que no llegaban a tope al encuentro. Si estaba sobre el cesped Messi, al igual que Ronaldo. El duelo de estrellas estaba servido, aunque el choque fue algo más que el pulso particular entre los dos genios.

La primera parte se decantó del lado visitante. El Madrid jugó con la defensa bien adelantada, con las líneas muy juntas, impidiendo al Barca tocar con comodidad, y saliendo rápidamente a la contra aprovechando la velocidad de sus atacantes. Fruto de este dominio los blancos gozaron de las mejores ocasiones, aunque esta vez les falló la puntería. La más clara la tuvo Ronaldo, que solo ante Valdés vio como el meta repelía su tiro con la pierna. Ni el mal partido de Marcelo lastró el plan de Pellegrini, que tenía maniatado a un Barcelona al que le faltaba una referencia en ataque. Pese a ello, en los minutos finales del primer tiempo los azulgrana comenzaron a tocar como saben.

Guardiola se dio cuenta de lo que fallaba y metió tras el descanso a Ibrahimovic por un desaparecido Henry. La mejora fue palpable, la línea defensiva del Madrid se fue echando para atrás y los Xavi, Iniesta y compañía tenían más espacio para elaborar las jugadas. Pero curiosamente, la jugada que decidió el partido no necesitó una gran elaboración. Alves, que no había dado un centro bueno en todo el partido, se sacó la espina con un pase espectacular desde su banda al corazón del área madridista. Y por allí apareció Zlatan, el recién ingresado para elevarse y cazar una volea potente con su zurda. Imparable.

Le tocaba al Madrid mover ficha, y lo hizo. O más bien el colegiado. Busquets vio la segunda amarilla y se fue a los vestuarios antes de tiempo, dejando al Barca con diez cuando mejor lo tenían los locales. Parecía que el duelo volvería a cambiar, pero los catalanes apenas acusaron el golpe. Toure entró por Keita e Iniesta retrasó su posición para ganar consistencia en el medio campo. El Madrid lo siguió fiando todo a las contras y siguió dejando la iniciativa a su rival, que se sintió muy cómodo en su papel.

Benzema relevó a Ronaldo, que fue cambiado por precaución, y luego Raúl reemplazó a Arbeloa. Inexplicablemente, Marcelo siguió en el campo. De ahí en adelante, el dominio fue culé, pero hubo ocasiones para todos. En especial una de Messi, que fue un calco a la que falló Ronaldo en la primera mitad.
En el otro área, Puyol se encargó de evitar problemas con un partido expléndido, apareciendo por todas partes, y frustrando las esperanzas de los merengues. Los minutos finales nos dejaron la imagen de la impotencia reflejada en Lass, que se autoexpulsó con una dura entrada a Xavi. Y terminó el partido. Guardiola y los suyos lo habían conseguido. Superaron las adversidades y derrotaron a su más duro rival. Y ahora son ellos los que ven al Madrid por el retrovisor.


Por Juan José Fernández Pérez

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